"Gula", de Escena 163. Foto: Mabel Franco
Cinco obras dignas de guardarse en la memoria, única forma, por lo demás, de preservar las representaciones teatrales, han tenido lugar y tiempo en La Paz de 2015. No es poco y esto no hace sino confirmar el hecho de que el teatro que se hace en Bolivia tiene cultores, es decir personas que exploran, investigan, proponen, trabajan intensamente para encontrar no sólo el qué decir, sino cómo decirlo de manera que justifique el ejercicio. En todos los casos elegidos, los directores se asumen conscientemente como dramaturgos y esto marca la diferencia.
Mabel Franco, periodista (*)
1. Gula. Adaptación, más bien apropiación de
Eduardo Calla de la obra “La visita de la vieja dama”, de Friedrich Dürrenmatt.
Director, actores, escenógrafo (Gonzalo Callejas) crean un universo en el que
las fronteras entre ficción (escena) y realidad (espectadores) se diluyen y
entonces cada partícipe del rito se ve obligado a cuestionarse acerca de lo
justo. Calla maneja los hilos para que así pase: el tono de comedia que se va
tornando en tragedia; el coro de los muchos personajes (la sociedad) que asfixia
a víctima/victimario (el individuo)… todo suma para que el dilema ético y moral
de la obra de Durrenmatt inquiete a quien debe inquietar: al público. Quizás la
interpelación directa al espectador en el momento previo del desenlace y según
los códigos banales de los reality show sea el exceso; pero por algo se
enfatiza en un pecado capital, es decir en un desborde sin control. A nivel actoral, David Mondacca y Patricia García
sostienen un duelo que deja ver de qué pasta están hechos ambos y cómo la ha
manejado el director del elenco Escena 163.
David Mondacca y Patricia García en "Gula". Foto: Mabel Franco
Críticas sobre "Gula":
REC. Relectura de la obra homónima de Stephen Belber, de Fernando Arze. El director toma un riesgo enorme: meter a espectadores (25) y actores en una pequeña habitación de hostal, sin borrar fronteras entre unos y otros. Mauricio Toledo, Leonel Fransezze y Mariana Vargas viven así una historia en la que amistad, lealtad, perdón, justicia se ponen en la balanza, en tanto el público asiste, fisgonea, disfruta de su condición de invisibilidad y, oh enigmas del teatro, se siente tocado y motivado a revisar su propio pasado. Equilibrio de energías se llama, pues el experimento es comparable con un transitar por la cuerda floja, sin red que sostenga una posible caída.
Otros comentarios sobre "REC":
REC. Retos de una experiencia vivencial
Tamayo, la obra. Apocalípticas consideraciones sobre el nacionalismo III. El compromiso de Percy Jiménez, director y dramaturgo, para repensar desde la escena la realidad política de Bolivia le ha llevado a crear una trilogía que culmina con el caso Franz Tamayo. A diferencia de las obras anteriores, Los B y Shakespeare de Charcas, reescrituras sobre respectivas obras de Thomas Mann y William Shakespeare, ésta es toda creación de Jiménez. Una creación que se juega peligrosamente por lo críptico, cualidad que ha llevado a gran parte del público a ver a un Tamayo multiplicado en los cuatro personajes en escena, cuando Tamayo no está sino a través de quienes lo miran, lo leen, lo interpretan, lo sufren: Medina (Mauricio Toledo), Gumucio (Miguel Ángel Estellano), Reinaga (Freddy Chipana), y el que encarna su espíritu poético doliente: Adonais (Bernardo Rosado). Así de inasible resulta el escritor y político, así de desafiante la puesta en escena. Tanto, que los comentarios no han ido, en general, sobre la propuesta escénica, sino sobre el personaje y la postura de éste sobre las matanzas de 1944. La obra, ganadora del Premio Nacional Peter Travesí 2015, demanda una lectura no textual, sino integral de los signos teatrales: imágenes visuales y sonoras, tiempos, movimientos, palabras. Sólo estas últimas, consideradas como guía, como base, llevan a la confusión, a perderse en la obra o, en el buen sentido, a motivar la búsqueda de información histórica al respecto. Pero éstas, entretejidas con las imágenes, ganan en significado, detonan sentidos y entonces la obra vale aun para quienes no tienen idea de quién fue Tamayo y qué pasó aquel 1944. Y aquí radica el valor teatral de la propuesta del director de Textos que migran.
Bernardo Rosado y Miguelángel Estellano en "Tamayo". Foto: Textos que migran.
http://www.paginasiete.bo/opinion/2015/6/5/21111944-58890.html
https://www.facebook.com/TamayoLaObra/posts/476379845846379?fref=nf&pnref=story
https://www.facebook.com/TamayoLaObra/posts/476379845846379?fref=nf&pnref=story
Mar, de Teatro de los Andes. ¿Qué es el mar? Pues, lo que se
diga de esa masa de agua resultará siempre, para un boliviano, una abstracción.
El mar es una sensación de pérdida, y por ello mismo es una atadura, una carga,
un pendiente que se lleva en nombre de otra abstracción: la patria. El grupo, que esta vez ha trabajado
junto al director argentino Arístides Vargas, se anima a tocar un tema cargado de estereotipos y de patriotismos. Un
campo minado, se puede afirmar. Y opta, para emprender el riesgoso viaje, por la tragicomedia, género
que refleja como en un espejo la relación que como bolivianos tenemos con el
océano. “Mar” no se rinde a los estereotipos: los pone en evidencia,
invita a desarmarlos, a reconocerlos como la “marca país”, y podría lograrlo si
no fuera por el discurso del final sobre
la guerra con Chile, 1879, la injusticia, etc. En ese momento disonante con el
tono autocrítico y metafórico que domina en la obra, ésta amenaza con zozobrar.
No lo hace, no lo hará, por el poderoso trabajo del trío integrado por Alice
Guimaraes, Lucas Achirico y Gonzalo Callejas, con éste en la delantera, pero sobre
todo porque en el teatro siempre es posible dar un golpe de timón.
Lucas Achirico, Gonzalo Callejas y Alice Guimaraes. Foto: Max Toranzos.
Otras críticas sobre "Mar":
Ollantay por Amassuno, creación precisamente del elenco Amassunu, es un buen
ejemplo de lo que la Escuela Nacional de Teatro está aportando a la escena. La
propuesta, dirigida por Marcos Malavia, apela a un drama escrito en quechua.
Las tres versiones sobre su origen, que enfrentan a investigadores, son el nudo
de la obra. ¿Cuál es la verdad? ¿Pasó realmente lo que se narra? ¿Los incas
estructuraron así el amor trágico de Ollantay y Kusi Q’oyllur? ¿Cuánto
intervinieron los españoles a la hora de darle formato teatral al texto? ¿Y a
la hora de sellar el final feliz? El elenco decide contar no tanto el caso del
soldado enamorado y rechazado por el Inca como pretendiente de su hija, sino
aprovechar este hecho, sea leyenda o sea historia, para hablar del teatro
mismo, de la mentira que se construye entre los que actúan y los que los miran
actuar.
"Ollantay" en el teatro Nuna. Foto: Mabel Franco
LOS ESPACIOS DE ENCUENTRO
Además de obras, el teatro boliviano tiene espacios para
motivar el encuentro. En ese sentido hay que mencionar tres que guardan
continuidad en el país: el Espacio Alternativo, el Premio Nacional Peter
Travesí y el Festival Intercolegial “Indivisa Manent”.
Espacio Alternativo. Esta cita organizada por Textos que
migran y el Desnivel (con respaldo del Goethe-Institut y Espacio Simón I. Patiño) es relativamente joven y tiene la cualidad de facilitar el
análisis de las obras que ve el público. Los creadores participan de esos
análisis, que por dos años han sido conducidos por la argentina Cinthia Edul, y se ven motivados a pensar en el porqué de su elección y de recibir
el retorno. Asimismo, para el público de La Paz se hace posible ver obras de
otros puntos del país que, de lo contrario, difícilmente llegarían. En este
sentido, cabe agradecer a Espacio Alternativo la posibilidad de tener juntas obras como“Romeo y Julieta”, de Kikn Teatr (Diego Aramburo, ganadora del Peter Travesí 2014), “Princesas”, de El Masticadero (Claudia Eid), ambas obras de Cochabamba de excelente factura, "Drácula" de Octáfono (La Paz), entre otras.
Un objetivo caro de esta cita que incluye una clínica de dramaturgia es dotar a los teatristas de herramientas para hacer exportables sus obras. Con tres años de experiencia, cabe reclamar a los programadores un mayor rigor a la hora de seleccionar y programar, pues los polos de calidad han sido extremos en 2015.
"Princesas", de El Masticadero. Foto: Facebook de Claudia Eid.
Comentarios sobre "Princesas":
http://www.opinion.com.bo/opinion/ramona/2015/0531/suplementos.php?id=6236
El Premio Travesí es el más antiguo del país y el único para artes escénicas solventado por el
Estado. La Alcaldía de Cochabamba lo organiza, junto a otras instituciones,
desde hace 24 años. Este 2015, la
sensación que en el último tiempo se hizo más y más evidente, sobre una pésima
gestión del certamen, hizo crisis y siete de los diez grupos elegidos paramedirse por el premio mayor se rebelaron. Al final, sólo tres grupos (El
Masticadero, Kikn Teatr y Iceberg) mantuvieron el reclamo, lo que debilitó la
acción crítica y privó al certamen de obras locales clave como “Romeo y
Julieta” y “Princesas”, así como “Raros” de La Paz. Así las cosas, el premio
para “Tamayo, la obra” resulta ensombrecido. En todo caso, esta rebelión ha
pesado para la reconsideración de la organización, como muestra la convocatoria
para una reunión abierta de los teatristas realizada en 12 de diciembre.
El festival “Indivisa Manent”, organizado por el colegio La
Salle, ha pasado a tuición, en su 24 versión, de la Universidad de La Salle,
pero siempre bajo la mirada atenta de su creador, el Hno. Pedro Jiménez. Este año se presentaron obras muy bien logradas, varias de ellas resultado del trabajo de creación colectiva. El jurado premió a las siguientes:
"Surcos del tiempo", de la Unidad Educativa La Salle A, creación colectiva dirigida por el estudiante Sergio Choque y que aborda un tema trascendental: ser joven y perderse esa oportunidad de vivir y realizar los sueños antes de entrar en el mundo de los adultos. Un entrar, muestra la obra, que si no se escucha la propia conciencia, se da sin que la persona se dé cuenta y quede atrapada en un trabajo y una vida que no ha elegido. Los recursos ágiles, la toma del espacio del espectador, la actuaciòn de casi 30 jóvenes, los textos interpeladores hacen de esta creciòn un ejemplo de cómo los estudiantes puedem usar el teatro como espacio de reflexión.
"Frágil como papel", del colegio alemán Mariscal Braun, obra escrita por los estudiantes del Taller de Teatro que dirige Patricia García.
Nicolás Aguirre en "Frágil". Su trabajo le valió el premio de actuación masculina.
Foto: Mabel Franco
La larga
tradición del colegio Alemán, que tiene en el teatro no una actividad
esporádica sino de formación integral de los estudiantes, muestra sus frutos.
El mayor
mérito de la puesta es que la obra tiene la frescura e ingenuidad que requiere
la historia planteada: una niña en estado de coma que viaja por un mundo
onírico en el que personajes, a la manera de Alicia,
le van ayudando a hacerse fuerte.
“Mal de amores”, del colegio
San Calixto, puesta en escena dirigida por la estudiante Camila Vargas. El abordaje de un sentimiento de múltiples aristas no
cae en un discurso didáctico ni melodramático, sino sugestivo y provocador. El
hecho de que jóvenes hablen del lesbianismo como una faceta más de otras: amor
romántico, amor violento, amor abandonado, permite vislumbrar la importancia
del arte, de la estética, para plantearse y plantear a los otros sus
preocupaciones, certezas y dudas.
“Moriré siendo de ti”, del colegio La
Salle. En este caso es la obra y la personalidad de Edgar Alan Poe las que han
seducido a los jóvenes. Su exploración por los cuentos y poemas no se limitan a
una puesta en escena de los mismos, sino a una comprensión de quién los ha creado;
los personajes dejan a ratos su vida irreal e interpelan a Poe. Una muestra de
cómo la literatura puede aprenderse desde el teatro, desde la encarnación de la
ficción. Dalma Rojas, Alejandra Caba y Joaquín Baldivieso son los directores y
parte de los actores.
Una labor pendiente para los organizadores del Indivisa, que llega a sus Bodas de Plata, es atraer a más público. Y que los medios informativos se interesen por el que ha resultado un semillero de gente para la escena, como muestran los nombres de Reynaldo Pacheco, Marcelo Sosa, Mario Aguirre, Gory Patiño y tantos otros.
(*) El periódico Página Siete publicó una versión resumida de esta nota en dos entregas:
http://www.paginasiete.bo/cultura/2015/12/31/cinco-obras-teatrales-dignas-guardarse-memoria-81920.html
http://www.paginasiete.bo/cultura/2016/1/1/espacios-para-motivar-encuentro-82045.html
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