La actriz cochabambina inició su vida artística a los ocho años. Casada con el médico Luis Kushner, enviudó en 2013. La presente nota fue realizada en 2009.
Ninón Dávalos de Kushner en la película "Amargo mar". |
Mabel Franco, periodista
La pequeña
Ninón pasó una vergüenza cuando su madre, Hortensia Arze de Dávalos, que era
maestra, la echó de la sala donde ensayaba un alumno, el niño declamador que
había ganado un premio y todo. Por el ojo de la cerradura, la chiquilla se puso
a mirar para saber qué era eso tan importante “y me dije que nada del otro
mundo”. La siguiente clase, Ninón sorprendió a su mamá asegurándole que también
sabía recitar y comenzó, con sus escasos seis años, a hacerlo muy convencida.
Su progenitora se apresuró entonces en conseguirle un maestro, Saúl López
Terrazas, quien la guió durante los años de escuela. Giras, aplausos,
actuaciones ante multitudes, la niña de enormes ojos se convirtió en una
estrella conocida por la sociedad cochabambina de los años 50.
Del
Cococococo, venga acá, las gallinas, el gran gallo, los pollitos, cococó, venga
acá que estoy yo, Ninón pasó a darle ángel a poemas como La vendedora de
claveles (Antonio Cavestani), Dolor (Beatriz Schulze Arana) o Pido la palabra
(Eliodoro Aillón Terán).
Pese a todo,
lo que la única hija mujer de la pareja Dávalos quería, al salir del colegio,
era “ser abogada, como mi padre”. El hermano mayor se inclinaría por la
medicina, pero ella estaba realmente fascinada con la figura de don Eduardo,
quien fue fiscal, vocal y presidente de la Corte Distrital de Justicia.
A Ninón, sin embargo, le estaba reservado otro futuro, por decisión de escritores y artistas, quienes calentaron los oídos de sus padres. “Les dijeron, desde que yo tenía 12 años, que debía estudiar para actriz, y se movieron para conseguirme una beca en España”.
A Ninón, sin embargo, le estaba reservado otro futuro, por decisión de escritores y artistas, quienes calentaron los oídos de sus padres. “Les dijeron, desde que yo tenía 12 años, que debía estudiar para actriz, y se movieron para conseguirme una beca en España”.
Fue así que
la bachiller se marchó a Madrid en los años 60 y se inscribió en la Real
Escuela Superior de Arte Dramático, donde concluyó la carrera de tres años
junto a otros cuatro compañeros de los 106 que habían comenzado. Antes del
primer año, ya se había conectado con compañías de teatro de cámara,
universitaria y finalmente una profesional. “Ascendí hasta llegar a ser la
‘dama joven’, figura central en las compañías; hicimos giras, representamos a
España en Portugal...”. Y nadie sospechó de que la encantadora señorita era
boliviana, pues “el acento español lo aprendí con zetas y todo, ensayando
muchísimo”.
En 1969, cinco años después de haber dejado su tierra, Ninón decidió visitar a su familia. “Mis compañeros madrileños me dieron un libreto y me dijeron que lo estudie los tres meses que iba a ausentarme, de manera que al volver, ya podríamos montar otra obra”.
Los cochabambinos, que habían seguido la trayectoria de su actriz por las críticas que ella enviaba y que la prensa reproducía, la recibieron expectantes. Y, claro, exigieron verla en escena. “Decidí armar un grupo para presentar Panorama desde el puente, de Arthur Miller, que tuvo una gran repercusión”. Al propio tiempo, “me di cuenta de que, a diferencia de lo que hacía en España, aquí podía dirigir y hacer drama, que es lo que me gusta, y ya no sólo comedia, alta comedia, que era el fuerte de la compañía Teatro de Arte”. En todo caso, su corazón estaba dividido.
En 1969, cinco años después de haber dejado su tierra, Ninón decidió visitar a su familia. “Mis compañeros madrileños me dieron un libreto y me dijeron que lo estudie los tres meses que iba a ausentarme, de manera que al volver, ya podríamos montar otra obra”.
Los cochabambinos, que habían seguido la trayectoria de su actriz por las críticas que ella enviaba y que la prensa reproducía, la recibieron expectantes. Y, claro, exigieron verla en escena. “Decidí armar un grupo para presentar Panorama desde el puente, de Arthur Miller, que tuvo una gran repercusión”. Al propio tiempo, “me di cuenta de que, a diferencia de lo que hacía en España, aquí podía dirigir y hacer drama, que es lo que me gusta, y ya no sólo comedia, alta comedia, que era el fuerte de la compañía Teatro de Arte”. En todo caso, su corazón estaba dividido.
La herencia del Presidente
La actriz no pudo dejar de reparar en que su ciudad carecía de un escenario para el teatro. El hermoso edificio Achá se usaba como un cine que se cedía a los actores sólo cuando la película no tenía éxito. La joven habló con el Alcalde, pero no había forma, le dijo éste, de sostener el escenario si no era por el alquiler como cine.
La artista decidió acudir al Ministerio de Educación y viajó a La Paz. No tuvo éxito en esta gestión, y cuando ya se desanimaba, se encontró con Fernando Diez de Medina, quien le sugirió hablar con el Presidente de la República, el Gral. René Barrientos Ortuño. “Pero mejor si te ve actuar”, le habría sugerido el escritor. “Puedo armar un recital de poesía”, se empeñó Ninón y en 15 días, estaba lista.
En el Club de La Paz repleto, con el Presidente y todo su gabinete atentos, la velada fue intensa. “Una de las poesías fue Botas, de Rudyard Kipling, en la que yo acabo acurrucada en una esquina luego de desesperarme ante la omnipresencia de las botas, botas, botas y de concluir en que no hay descanso en la guerra”.
La actriz no pudo dejar de reparar en que su ciudad carecía de un escenario para el teatro. El hermoso edificio Achá se usaba como un cine que se cedía a los actores sólo cuando la película no tenía éxito. La joven habló con el Alcalde, pero no había forma, le dijo éste, de sostener el escenario si no era por el alquiler como cine.
La artista decidió acudir al Ministerio de Educación y viajó a La Paz. No tuvo éxito en esta gestión, y cuando ya se desanimaba, se encontró con Fernando Diez de Medina, quien le sugirió hablar con el Presidente de la República, el Gral. René Barrientos Ortuño. “Pero mejor si te ve actuar”, le habría sugerido el escritor. “Puedo armar un recital de poesía”, se empeñó Ninón y en 15 días, estaba lista.
En el Club de La Paz repleto, con el Presidente y todo su gabinete atentos, la velada fue intensa. “Una de las poesías fue Botas, de Rudyard Kipling, en la que yo acabo acurrucada en una esquina luego de desesperarme ante la omnipresencia de las botas, botas, botas y de concluir en que no hay descanso en la guerra”.
El general fue
a felicitarla y le expresó que Botas le había gustado más que nada. La
entrevista se produjo a los dos días y el Presidente prometió que el teatro
Achá sería para el teatro. “Volví contenta, pero entonces pasó lo del accidente
mortal que segó la vida de Barrientos”.
Ninón Dávalos optó por no dejar Cochabamba. Creó el Instituto de Artes
Escénicas para formar actores con el mismo pénsum que ella siguiera en España.
En esas estaba, cuando recibió una llamada del alcalde cochabambino, Francisco
Valdi, quien le tenía una sorpresa.
“Como en una obra de teatro, este hombre, que era muy próximo a Barrientos, me
contó que revisando la agenda del fallecido, se topó con una nota de puño y
letra: Dar el teatro a Ninón. Así que, me explicó, él no tenía sino que cumplir
con los deseos de mi general. Me pidió dos meses para restaurarlo, cancelar el
contrato con los cinematografistas y me preguntó qué quería ser en la
institución, que así se cumpliría”.
La teatrista aclaró la figura: “No quiero ser una administradora, quiero que el teatro sea para los actores”. Y asimismo ocurrió.
El instituto de Ninón cumplió su trabajo de forma muy visible. Hubo obras, recorridos por el país y mucho eco en torno al nombre de la actriz-directora.
Cierto día, el responsable del distrito escolar la visitó para proponerle que el instituto pasase a ser parte del Ministerio de Educación. El primer año, prometió y cumplió, hubo un ítem para Dávalos, y al siguiente, para sus seis colaboradores. “Un milagro y un triunfo en el sentido de que se estaba reconociendo la profesión del actor, como nunca antes había sucedido en Bolivia”.
La teatrista aclaró la figura: “No quiero ser una administradora, quiero que el teatro sea para los actores”. Y asimismo ocurrió.
El instituto de Ninón cumplió su trabajo de forma muy visible. Hubo obras, recorridos por el país y mucho eco en torno al nombre de la actriz-directora.
Cierto día, el responsable del distrito escolar la visitó para proponerle que el instituto pasase a ser parte del Ministerio de Educación. El primer año, prometió y cumplió, hubo un ítem para Dávalos, y al siguiente, para sus seis colaboradores. “Un milagro y un triunfo en el sentido de que se estaba reconociendo la profesión del actor, como nunca antes había sucedido en Bolivia”.
Telenovela
de amor
En junio de 1974, otra oferta tentadora le llegó a Ninón. El Canal 7 la invitó a hacerse cargo de la que iba a ser la primera telenovela boliviana. “Víctor Aguilar, el gerente, me citó en La Paz, me explicó que confiaba en mí para la empresa y que él estaba gestionando mi viaje a Argentina, donde me interiorizaría en detalles de la producción televisiva”.
Esta charla se produjo el 15 de junio. Dorado le sugirió trabajar mientras tanto una obra teatral, de manera de tener un elenco para cuando arrancase la telenovela. “Yo estaba encantada. Una amiga mía me invitó entonces a una cena en casa de una persona a la que yo no conocía, pero que me había visto actuar”. Esa persona era Lita Kushner, “quien me llamó para confirmar la invitación del fin de semana. Fui y allí estaba su hermano, Lucho”.
Lucho resultó ser Luis Kushner, un médico afamado, “dicharachero, nos hizo reír toda la velada, al cabo de la cual quedamos como amigos”.
El sábado siguiente “nos casamos”. La sorpresa fue total, sobre todo para los padres de Ninón. “Pero todo estaba dispuesto para que esta historia terminase así”. Lucho “me llevó a conocer zonas de La Paz que ni imaginaba que existiesen. Mis poesías, mi teatro, tenían siempre un tinte social, pero lo que él me hizo ver es la realidad de pobreza de la que mi ficción hablaba; lo vi inteligente y muy interesado en mi teatro”.
En junio de 1974, otra oferta tentadora le llegó a Ninón. El Canal 7 la invitó a hacerse cargo de la que iba a ser la primera telenovela boliviana. “Víctor Aguilar, el gerente, me citó en La Paz, me explicó que confiaba en mí para la empresa y que él estaba gestionando mi viaje a Argentina, donde me interiorizaría en detalles de la producción televisiva”.
Esta charla se produjo el 15 de junio. Dorado le sugirió trabajar mientras tanto una obra teatral, de manera de tener un elenco para cuando arrancase la telenovela. “Yo estaba encantada. Una amiga mía me invitó entonces a una cena en casa de una persona a la que yo no conocía, pero que me había visto actuar”. Esa persona era Lita Kushner, “quien me llamó para confirmar la invitación del fin de semana. Fui y allí estaba su hermano, Lucho”.
Lucho resultó ser Luis Kushner, un médico afamado, “dicharachero, nos hizo reír toda la velada, al cabo de la cual quedamos como amigos”.
El sábado siguiente “nos casamos”. La sorpresa fue total, sobre todo para los padres de Ninón. “Pero todo estaba dispuesto para que esta historia terminase así”. Lucho “me llevó a conocer zonas de La Paz que ni imaginaba que existiesen. Mis poesías, mi teatro, tenían siempre un tinte social, pero lo que él me hizo ver es la realidad de pobreza de la que mi ficción hablaba; lo vi inteligente y muy interesado en mi teatro”.
Vida de artista
La recién casada no volvió más a Cochabamba, salvo de visita. Tampoco se hizo la telenovela planificada; pero el aporte de Ninón al teatro se multiplicó. Julia Elena Fortún, fundadora del Instituto Boliviano de Cultura, apeló a ella para crear el Taller Nacional de Teatro, que cumplió una labor formativa con Ninón y quienes la siguieron: Maritza Wilde y Mabel Rivera.
En lo personal, la pareja Kushner Dávalos acaba de celebrar 35 años de matrimonio, junto a sus dos hijos: el médico ginecólogo, Luis, y el abogado, William.
La recién casada no volvió más a Cochabamba, salvo de visita. Tampoco se hizo la telenovela planificada; pero el aporte de Ninón al teatro se multiplicó. Julia Elena Fortún, fundadora del Instituto Boliviano de Cultura, apeló a ella para crear el Taller Nacional de Teatro, que cumplió una labor formativa con Ninón y quienes la siguieron: Maritza Wilde y Mabel Rivera.
En lo personal, la pareja Kushner Dávalos acaba de celebrar 35 años de matrimonio, junto a sus dos hijos: el médico ginecólogo, Luis, y el abogado, William.
En lo
profesional, este año marca los 40 de actividad teatral de una de las figuras
más visibles de la escena nacional.
"Seis oficios a saber", con Maritza Wilde y Ninón Dávalos (der.). DIrige: Luis Miguel González Cruz. |
Espacio Patiño editó un video sobre esa su vida artística. Aunque, vistas las cosas, bien se podría hacer otro sobre la artística vida de Ninón Dávalos de Kushner.
(*) Esta nota fue publicada originalmente en La Razón, el 6 de diciembre de 2009