La familia de
Jaime Saenz decidió no autorizar, de manera definitiva, la representación de la
obra teatral de David Mondacca, cuyo recorrido comenzó en 1998, con el aval del
entonces custodio del legado, Arturo Orías. Sobre las razones de la negativa
sólo se puede especular, pues pese al compromiso de respuesta, Gisela Morales
opta por el silencio.
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Feliciano Sirpa en "No le digas". Foto: Fernando Cuéllar. |
Mabel Franco,
periodista
Cuando David
Mondacca llevó a escena por vez primera la obra de teatro “No le digas”, en
julio de 1998, hubo gente del público que salió del teatro municipal Alberto
Saavedra Pérez preguntándose quién era Jaime Saenz y dónde se podía leer su
obra.
“Yo tenía
como 15 años cuando la vi”, recuerda la periodista Marcela Araúz. “Fue mi
acercamiento contundente a la obra de Jaime Saenz. Me dio la certeza de que
debía leerlo. Fue el vínculo determinante con este autor”.
Los que sí
sabían del autor de “Felipe Delgado”, divertidos comentaban que hubiese sido un
buen negocio instalar un puesto de venta de libros en el hall del teatro. A
nadie se le había ocurrido, pero tampoco es que abundasen ejemplares de las por
entonces viejas ediciones de “Vidas y muertes” o “La piedra imán”.
Parada en el
hall del teatro, atestigüé la reacción entusiasta de gente que afirmaba haber
visto al mejor Mondacca. No pocos, en adelante, comentarían que no podían leer
a Saenz sin tener la voz y el acento del actor resonando en la cabeza.
Hubo también,
entre esos espectadores, particularmente literatos, que se quejaron de que con
la obra teatral sentían que se profundizaba en el mito de Saenz, que no se
había ido más allá.
Como sea, el
“No le digas” siguió su camino y llevó a Mondacca, cual aparapita, con batanes,
ajíes, pianistas ciegos, intelectuales muertos de hambre y otros, por
escenarios del país y del extranjero. Desde aquel 1998 hasta 2018, Mondacca
repuso la obra a la manera de un rito.
Un rito que
llevó a pensar en una declaratoria de patrimonio paceño para la obra, de manera
que cada 8 de octubre –fecha de nacimiento del autor paceño- pudiese ser repuesta
por Mondacca y, una vez que el actor decidiera retirarse, otros artistas
pudiesen tomar la posta.
Con ese
objetivo, hace casi 20 años se elaboró una carta dirigida a las autoridades
municipales, firmada la misma, entre otros, por el pintor Ricardo Pérez Alcalá,
la poeta Blanca Wiethüchter, el compositor Alberto Villalpando y el comunicador
Nazario Tirado.
La carta,
explica Claudia Andrade, integrante de MondaccaTeatro, no recibió respuesta y
se perdió la idea, también por cambio de autoridades.
Sin permiso para seguir
La familia de
Jaime Saenz, encarnada en las sobrinas Gisela Morales Gonzales y Ximena Morales
Gonzales, decidió no autorizar a MondaccaTeatro el uso de cualquiera de las
obras del escritor.
El porqué, no
se conoce con precisión. Ninguna de las herederas por sucesión ha aceptado
responder a la consulta para esta nota. Gisela Morales comprometió explicar la
decisión y solicitó que se le envíe las preguntas por escrito:
-¿Por qué no se autoriza la representación de "No le
digas" a cargo de MondaccaTeatro? ¿Qué incumplió el grupo?
-Leí y escuché sus declaraciones sobre que se opta, como
familia de Jaime Saenz, por la difusión de la obra pura. ¿Qué significa y cómo
se expresa esta voluntad?
-¿Cuánto representan los ingresos por derechos de autor de
la obra de Saenz y cómo se invierten?
El silencio
ha sido la respuesta
Quizás la
explicación tenga que ver con lo que dijo Ximena Morales en el acto por el
centenario del nacimiento del poeta y que recogió la página de Facebook “La
escoba cultural”: “Nos gustaría que recuerden a Jaime Saenz desde lo que él ha
sido, no desde interpretaciones, no desde mitos, no desde representaciones que
ha inventado mucha gente, sino desde lo que Jaime Saenz ha sido; ha sido su
obra. Acerquémonos a la obra pura de Jaime Saenz”.
El pago de
derechos de autor, según explican Claudia Andrade y David Mondacca, se ha
cumplido, de manera que ésta tal vez no sea la razón de los reparos. Los
artistas tienen copia de correos, cartas y recibos que certifican dicho
complimiento. No hay forma de contrastar este punto por lo ya mencionado.
Cuando el
albacea literario de la obra de Jaime Saenz era Arturo Orías, éste habría
autorizado a Mondacca el uso gratuito, sobre todo porque el actor comenzó a
explorarla un año después de la muerte del autor paceño acaecida en 1986. “Me
dio piedra libre, pues lo que se buscaba era la mayor difusión posible”.
Fueron
tiempos en los que el actor pasó de imitar la voz y forma de hablar de Saenz, a
representar algún texto suyo en el Paraninfo de la Universidad Mayor de San
Andrés, y a darle forma a Juan José Lillo, uno de los personajes con los que el
escritor homenajeó a Ismael Sotomayor, al grado de haberlo presentado en medio de
un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Club de La Paz, para entonces
dar un salto al audiovisual. Ahí están los cinco capítulos grabados por
Telesistema Boliviano, programa Bumerang de Paolo Agazzi, con las vicisitudes
del hombre que huele a humo.
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Juan José Lillo en "No le digas". Foto: Fernando Cuéllar. |
El Juan José
Lillo de Mondacca, cuenta el actor, fue llevado a las reuniones de trabajo a
los que convocó César Brie, en los inicios de Teatro de los Andes, cuando el
director buscaba el encuentro con la gente de teatro en Bolivia, experiencia
que pronto inspiraría al grupo de Yotala para incluir este personaje en la obra
“Las abarcas del tiempo”, con Teresa Dal Pero encarnando al jorobado amante de
los libros. Lillo es, claro, parte de “No le digas”.
También está
el video de 1988, “El olor de la vejez” de Marcos Loayza, y el que realizó
Wiethüchter, “Habitantes de la ciudad”, en 1989. Mondacca siendo Saenz una y
otra vez.
El
actor afirma: “Toda esa experiencia está detrás de ‘No le digas’; no surge de
pronto, sino de una lectura profunda de mucho tiempo, de explorar, de encontrar
la forma para dar vida escénica a una obra que además me he ocupado por
difundir entre los jóvenes”.
Mondacca
se refiere a los talleres de teatro que ha dictado en la UMSA y que ofrece en
la Universidad Católica Boliviana. “A los estudiantes les exijo conocer a
autores nacionales, entre ellos a Saenz. Ellos deben buscar los libros –debían
hacerlo aun cuando no era fácil encontrar los del poeta de “El escalpelo” o
“La muerte por el tacto”- y analizarlos”.
Hay
que recordar que la cineasta Mela Márquez tomó la decisión de hacer una
película sobre Saenz luego de haber visto el “No le digas” teatral. Ella lo
cuenta así: “Yo no era una apasionada de Saenz, pues me parecía que toda una
generación había hecho una oda al alcohol y, en un país en el que se bebe
tanto, me parecía excesivo. Tenía esa distancia. No olvidaré ese septiembre en
el que me invitaron al teatro; yo estaba de visita, pues vivía en Italia, y
decidí ir. Fue una revelación: de Saenz, de la ciudad, de la vida, la muerte...
Me dieron inmediatamente ganas de hacer una adaptación cinematográfica de ese
imaginario y vi que Mondacca, que había hecho por tantos años a Saenz, debía
ser el actor. Inicié la búsqueda desde ese minuto para la adaptación
cinematográfica y pasaron varias etapas hasta que decidí contar la historia de
la hija de Saenz”.
La
película de Mela está filmada y se titula “Saber que te he buscado”, cuyo
estreno se ha retrasado por diversas razones.
¿Nunca más?
A
la muerte de Arturo Orías, en octubre de 2001, la hermana de Saenz, Elba, fue
la persona ante quien se cumplió, afirma Claudia Andrade, con el pagó del 10%
de los ingresos de taquilla por las presentaciones de “No le digas”, en
cumplimiento de la Ley 1322 de Derechos de Autor. “Fui varias veces, en persona,
a dejarle el dinero, con el borderó como respaldo. Nunca hubo problemas”.
Jaime
Saenz tiene una hija, Yourlaine, nacida en 1947, la misma que siendo una
pequeña fue llevada a Alemania por su madre para no retornar jamás. En el
último periodo de la vida de Saenz, ambos se contactaron mediante cartas, según
contó la propia Yourlaine; pero ella no habría aceptado la responsabilidad del
legado literario de su padre. Por eso, las sobrinas la asumieron como
coherederas por derecho sucesorio.
Claudia
Andrade, que además de teatrista es abogada y que “por eso se encarga de estos
aspectos”, explica Mondacca, se relacionó con las señoras Morales como antes
había hecho con la madre. “Dicha relación fue muy difícil, pero aceptamos las
condiciones, por ejemplo que debíamos pagar el 20% de los ingresos por derechos
de autor”.
El
grupo teatral completó una trilogía saenzeana, con las obras “Santiago de Machaca” (2001) y “Los cuartos” (2004). En 2013
vendría la obra “Aparapita para leer a Felipe Delgado de Jaime Saenz”, todas puestas
en escena y dirigidas por Andrade.
Para tener la relación clara se firmó
un convenio, cuya vigencia sería de un año, con posibilidad de renovación. En
el documento borrador de 2016 se lee que MondaccaTeatro debía presentar a la
familia de Saenz el libreto original de obras, pidiendo la “aprobación para que
se representen, interpreten y adapten en formato teatral, respetando tanto el
contenido esencial de las mismas como la imagen del Autor”.
Plazos de entrega, condiciones,
modalidad de certificación de los ingresos y otros aspectos están detallados en
el convenio, el que tiene la cláusula obvia: “En caso de incumplimiento por
parte de los SOLICITANTES, el
presente Acuerdo se rescindirá de hecho, suspendiéndose la Representación de la
Obra de forma inmediata”.
La negativa de la familia es
contundente. A la solicitud, este 2021, para reponer “No le digas” como parte
del homenaje por el centenario y con “carácter de excepción”, Gisela Morales
respondió a través de su abogado: “ratifico la decisión definitiva de no
autorizar la interpretación de la adaptación teatral “No le digas”, basada en
la obra del poeta y escritor paceño Jaime Saenz, por causas documentadas”.
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David Mondacca en su creación "No le digas". Foto: Fernando Cuéllar. |
David Mondacca se siente indignado.
“No puedo aceptar que me prohíban hacer algo que estoy haciendo desde hace 35
años, con profundo respeto por la obra y la persona del escritor”.
La
prohibición afecta también, aunque no lo sepan, a los espectadores que no
podrán ver la obra en un teatro. Y a los que la vieron, igualmente. Aun a
aquellos que si en 1998 se sintieron conmovidos, quizás ahora tengan una
experiencia distinta. Lo expresa mejor el cantautor Gabo Guzmán: “La obra, a
mis 16 años, vista desde anfiteatro del teatro Municipal, me deslumbró; se
suele decir: me cambió la vida, ¿no? Bueno, no fue así, pero me presentó a
Saenz, así que quién sabe”. Ahora, “a mis 39, volví a verla en la versión que
está en YouTube, lo cual quizás sea como no haberla visto: no me gustó, es
decir, no tanto”.
Más allá del gustar o no, de que la obra sea considerada buena o mala, el teatrista Luis Bredow considera que "No le digas" ha sido una novedad para mucho público, incluido él que no conocía a Saenz, y en ese sentido "sigue siendo un buen ejemplo de lo que se puede hacer con la literatura nacional desde el teatro". Por eso, "y porque además para mí es un trabajo bello, creo que no es sensato que se le ponga obstáculos para continuar".
Posibles salidas
Las
decisiones de la familia de Saenz están amparadas por la Ley de Derechos de
Autor. Los titulares tienen “el ejercicio y goce de los derechos patrimoniales
durante 50 años, contados desde la muerte del autor, antes de que la obra pase
a dominio público”, explica el abogado Edwin Urquidi, experto en la materia.
El argumento
de la “obra pura” no es parte de esos derechos, aclara. “Más bien, la ley es
amplia y permite adaptaciones o traducciones, a partir de una obra base; otra
cosa es que cada titular le ponga límites a los derechos”, como es el caso.
Como al
parecer no habrá acuerdo, opciones para el grupo de teatro, señaladas por el
abogado, podrían ser que, por razones de interés público y tomando en cuenta la
conmemoración de los 100 años de Saenz, se realicen versiones sobre su obra y
“la persona que las haga sea la titular de esa creación, incluso haciendo uso
del derecho de cita, que es permitido siempre que se indique el nombre del
autor”.
Otra
limitación al derecho de autor que Mondacca Teatro podría aprovechar es la que
contempla objetivos educativos, de información y culturales sin cobro.
Por último,
pone en la mesa Urquidi, el Estado, con el argumento del interés
colectivo, “puede activar una licencia obligatoria, con pago de una justa
remuneración al titular de los derechos”, figura que puede solicitarse ante la
Dirección de Derechos de Autor del Senapi (Servicio Nacional de Propiedad
Intelectual).
Como diría
Jaime Saenz, “es para quedarse turulato”.
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