Escena de batalla congelada de YouTube. |
El director esperó el retorno a la democracia para filmar esta producción de corte histórico. La hiperinflación de principios de los 80 redujo a casi nada los ingresos de taquilla. Hubo, en el rodaje, un herido grave con bala de salva, dos por caídas del caballo, entre otros percances. Norma Merlo actuó y así figura en el reparto, pero nunca aparece en el film, pues se editaron las escenas en las que aparece como parte de las rabonas.
Amargo mar (1984) es una película de Antonio Eguino, tras la cual el director mantuvo largo silencio. Los problemas económicos de esa ambiciosa producción pesaron durante muchos años y no fue sino en 2007 cuando el cineasta volvió a la pantalla con "Los Andes no creen en Dios".
Las dificultades de dinero se hicieron intolerables muy pronto, recuerda Eguino de la aventura de hacer un film de corte histórico sobre la Guerra del Pacífico. No por un mal cálculo del presupuesto, sino porque en medio del trabajo —que para el contexto nacional era una superproducción, una película de época, con más de 500 personas entre técnicos, actores y extras— se desató la hiperinflación del Gobierno de la UDP. La película costó 170 mil dólares, parte de los cuales pusieron Perú y Cuba, países donde también se hicieron algunas escenas.
La película, que tuvo asesoramiento de los historiadores Fernando Cajías de la Vega, Roberto Flores y Edgar Oblitas, echa por tierra la versión oficial, al grado de que hubo quienes sintieron que se faltaba a la memoria de figuras intocables, de los héroes.
En Tarija, algunos grupos reaccionaron amenazadoramente. Llegaron a decir que la ofensa contra Narciso Campero era tal que quemarían la sala donde se exhibiese la película. Así que no se la mostró sino años después, y la gente acudió en masa.
La polémica que generó la película -protagonizada por Orlando Sacha, Edgar Vargas, Germán Calderón, Eddy Bravo, Ninón Dávalos, Enriqueta Ulloa, David Mondacca- derivó en un éxito de taquilla, con más de 300 mil espectadores, dice Eguino. Pero fue "un fracaso económico".
Cadáveres andantes y amnesia
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Las escenas de batalla y los heridos no sólo fueron de ficción. Fernando Aguilar, por ejemplo, tuvo que vestir uniforme y subirse a un caballo. Como no sabía del oficio, cayó y la escena hubiera sido muy buena si no se levantaba tan rápido como llegó al suelo. "Los muertos no se mueven", le reclamaría luego Armando Urioste, operador de cámara.
Un médico amigo, recuerda Antonio Eguino, también cayó del caballo en la Cumbre, en la escena en que el Ejército de Daza se movilizaba sobre nieve y entre niebla. Se dio tremendo golpe en la base del cráneo, pero afortunadamente no requirió de operación quirúrgica, sino largo tratamiento. Eso sí, durante casi un mes estuvo amnésico, no reconocía ni a su esposa. "Los bromistas decían que era a propósito".
Además, por poco se pierde un talento del montaje cuando José Bozo dejó caer un pesado equipo sobre Mela Márquez, rememora el director.
Una escena realista y un padre con machete
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Uno de los sustos más grandes se produjo a causa de un disparo de salva que casi mata a un joven extra. Este era un soldado cuya herida iba a ser filmada en detalle. Los encargados de efectos cargaron el arma y uno de ellos (cuyo nombre se mantiene en reserva) selló la pólvora blanca con carpicola. Sin saberlo, lo que creó es un proyectil mortal. Al llegar la escena, el extra cayó de maravilla, recuerda el camarógrafo Armando Urioste. "Corte", gritó Eguino y todos comenzaron a preparar la próxima toma. Nadie reparó en que el joven no se levantaba del piso.
Urioste se le acercó para decirle que deje de jugar. "No me puedo doblar, me duele el estómago", fue la respuesta. "Entonces me le acerqué y le levanté la ropa. Sus intestinos salían por encima del pantalón. No quise asustarle y con la mayor calma posible pedí a mis colaboradores que traigan la colchoneta de la vagoneta azul".
La filmación se hacía en la zona de Bolognia, en La Paz, por lo que se pudo llegar rápidamente a una clínica. Allí operaron al muchacho y le extrajeron 15 cm de intestino.
Mientras se recuperaba, el equipo se turnaba para visitarle. Uno de esos días apareció en la clínica un hombre con sombrero y machete en la mano. "Dónde está Eguino", habría preguntado.
Como parte de los hechos que se cuentan por debajo, entre chismes, figura el que Urioste no habría registrado tampoco esta toma porque no había cargado el rollo en la cámara. Él, claro, lo niega.
Otra versión del episodio
El mismo accidente del joven extra es recordado por Antonio Eguino, sólo que ligeramente distinto.
"El sol caía y la luz era magnífica. Debíamos filmar un
medio plano de un soldado chileno que da un salto sobre un matorral, siendo
herido por un boliviano. Grito 'acción' y veo una actuación excepcional, con el
soldado que cae y se revuelca de maravilla. Sólo que el muchacho no se levanta.
Cuando me acerco veo que ni puede hablar. Al abrirle la chaqueta me doy cuenta
de que una esquirla de una bala de fogueo mal preparada ha penetrado por debajo
de la plaquita de aluminio y cuero con que se protegía el abdomen y donde
estaba el dispositivo para la sangre. Fue terrible. Por suerte estaba cerca una
clínica. El chico pasó por dos operaciones y le mantuvimos durante dos o tres
años pasándole una mensualidad".
Una actriz fantasma
Antonio Eguino convocó a Norma Merlo para filmar Amargo mar, “yo filmé escenas y mi nombre aparecía en los afiches; pero no me veo en la película, mis escenas no fueron incluidas”, se reía Norma, en cuyo currículum citado por distintos medios, incluido Wikipedia, figura esta su participación.
Esta nota se publicó en La Razón el 11 de marzo de 2002. No lleva firma, pero fue elaborada por Mabel Franco que entonces era la única periodista de Cultura en el diario. Para esta página se ha actualizado la nota.
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