Cincuenta mujeres son solicitadas por sus primos para ser desposadas aun si ellas no están de acuerdo. Las jóvenes huyen aterrorizadas de Egipto a refugiarse en Argos; pero los pretendientes, que las consideran de su propiedad, las siguen y van a tratar de llevarlas tiradas de los cabellos, si es preciso. El rey Argos promete ayudar a las mujeres y darles hospedaje, consciente de que tal decisión podría llevar a su pueblo a una guerra.
Tal el resumen de una de las siete obras de Esquilo conservadas para la posteridad (la mayoría de sus escritos se perdieron irremediablemente), que se considera la más antigua del autor griego de tragedias como “Los siete contra Tebas” o “Los persas”, clásicos en la medida en que siguen hablándole al hombre, interpelándole acerca de su esencia y de su destino.
“Las suplicantes” plantea un tema que, dados los 16 siglos transcurridos desde que Esquilo la concibiera, se podría pensar totalmente superado: la cosificación de las mujeres, la ausencia total de libertad de decidir sobre sus cuerpos y sentimientos. Ellos, los primos, no tienen duda de que ellas les pertenecen, así que les parece natural el tomarlas.
Soledad Ardaya, una de los integrantes de El Desnivel (un espacio que se dedica a trabajar con el teatro, sea produciendo obras, sea formando gente, sea buscando la manera de que las creaciones nacionales lleguen a plataformas internacionales), ha elegido bien y hasta muy bien en función de su objetivo: explorar en la problemática de la trata de mujeres. Buen olfato, se diría, periodísticamente hablando, pues “Las suplicantes” es potencialmente una veta inagotable para dicho objetivo. Lo que hay que ver ahora es si el mérito va más allá de las intenciones.
Cinco jóvenes aparecen en escena vestidas como para ir a una fiesta, aunque en realidad, como se sabrá pronto, están escapándose de una o de varias en las que ellas no son las invitadas, sino el botín. Un hombre, que está sentado entre el público, va a interpelarlas, pues quiere saber quiénes son, de qué huyen y por qué llegaron a esa situación.
Ardaya, en tanto autora del texto y directora de la obra, pierde muy pronto los hilos que podrían justificar el haber apelado de manera tan explícita a “Las suplicantes”, ya que aun tratándose de una adaptación con todas las libertades que esto implica, lo que se espera es un discurso nuevo tanto o más poderoso que el que sirve de base. Y no ocurre así al menos por tres motivos: 1. Las palabras que en su pobreza y ausencia de matices no consiguen hacer despegar el imaginario de quien las escucha, tan despojadas están de poesía (y se optó por seguir a Esquilo, ¿no?). 2. La puesta, que busca sencillez pero cae en la simplicidad cuando no logra evocar sino ese lugar concreto de la actuación, cuando no lograr que la silla sea más que silla, que imágenes de mujeres trenzándose el cabello una a la otra no basten para acercar al público a su dolor y soledad. 3. Las actuaciones poco convincentes, producto seguramente de la escasa experiencia de los seis intérpretes. Por supuesto, una cosa lleva a la otra: cómo podrían estos actores novatos lidiar con un texto débil, o cómo un texto pobre podría remontar con una puesta limitante. En fin.
Con Esquilo, las mujeres huyen del incesto, pero también de la negación de su derecho a decidir. Sin muchas esperanzas de luchar solas, apelan a un rey y éste a su pueblo. Queda establecido que los dioses no verían con buenos ojos que se negara la ayuda. Qué idea tan fuerte para un problema, éste de la trata, que como sociedad la mayoría (autoridades incluidas) mira de lejos, como si no fuese de su incumbencia ni legal, ni moral ni ética. La propuesta de Ardaya incluye al personaje masculino como juez de esas mujeres, pero esta posibilidad —que podía ser interesante, sin duda— se diluye por los aspectos ya mencionados y entonces la obra sí que se queda en el camino de las buenas intenciones.
Ficha técnica:
Título: Las suplicantes
Dirección: Soledad Ardaya
Actuación: Gabriela Fuentes, Catalina Francisco, Daniela Lema, Emma Rada, Isabel Vega y Matías Cuéllar
Texto: Soledad Ardaya, adaptación de la tragedia “Las suplicantes” de Esquilo, fragmentos de Rosario Castellanos y Marcia mogro
Asistencia de dirección: Debora Castillo
Colaboración escénica: Alejandra Tineo
Dirección: Soledad Ardaya
Actuación: Gabriela Fuentes, Catalina Francisco, Daniela Lema, Emma Rada, Isabel Vega y Matías Cuéllar
Texto: Soledad Ardaya, adaptación de la tragedia “Las suplicantes” de Esquilo, fragmentos de Rosario Castellanos y Marcia mogro
Asistencia de dirección: Debora Castillo
Colaboración escénica: Alejandra Tineo
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