Formado en la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica
Boliviana, Patiño había realizado audiovisuales que respaldaron su
currículum a la hora de solicitar, de vuelta en La Paz, la beca
Fulbright. De manera que hizo maletas nuevamente, en 2003, y se fue a
Estados Unidos para especializarse en puesta en escena para cine,
movimiento de cámara y guión. En el norte se quedó ocho años y decidió
retornar a La Paz en 2011.
En el año transcurrido,
Gory, como le dicen los amigos, ha dedicado sus esfuerzos al campo de su
especialidad: la imagen, la publicidad, la televisión, el cine. En
marzo último, durante el Festival Internacional de Teatro de La Paz
(Fitaz 2012), acudió a varias funciones y el actor que en esencia es
Patiño añoró el retorno.
Por fortuna, para él y para
quienes conocen su talento —que sorprendía ya al público del festival
estudiantil de teatro, que se organizaba en los 90 y del que su
establecimiento, el colegio Alemán, era clave— sus pares no le habían
olvidado.
Percy Jiménez, que en sus inicios teatrales
compartió las emociones de enfrentar al público con Gory, estaba
buscando un actor para completar el elenco de la obra Shakespeare de
Charcas, una migración del texto clásico, Ricardo III, a la realidad
boliviana. La productora Mariana Vargas le comentó sobre las ganas de
actuar del antiguo compañero, así que Jiménez lo convocó “y pude
seducirlo”.
En Shakespeare de Charcas, Gory encarna
al hermano de la virreina, ése que trepa en las escalas del poder por
sus influencias y no por mérito propio. “Es un gran actor, muy sensible e
intuitivo”, afirma el director. “Es un placer tenerlo; él entendió
rápidamente mi forma de trabajo, que es más de un realismo psicológico
que de imagen o composición. Yo apelo a la psicología humana para
entender por qué el deseo, el temor, por qué se contradicen y de qué
impulsos nacen”. Pues a ello se ha enganchado el actor que “todo el
tiempo ha estado proponiendo cosas, trayendo detallitos nuevos para su
personaje y en el teatro eso es algo que se agradece mucho”.
No se vaya a pensar que Gory Patiño llegó ante Percy desprovisto de
instrumentos. Antes había acudido al taller de actuación para cine que
dictó Marcos Loayza en la Cinemateca Boliviana y estuvo calentándose con
papeles en la gran pantalla: aparece en Insurgentes (Jorge Sanjinés) y
es parte de Norte estrecho (Omar Limbert Villarroel) que tiene las actuaciones de Luis Bredow y la mexicana
Carmen Salinas.
Además, que Gory volvería a pisar
tablas era una decisión tomada. Antes de la llamada de Percy Jiménez, ya
adquiría forma otro proyecto que se prevé llegará a escena a fin de
año: Arte (Jazmina Reza), una reflexión sobre la amistad.
El campo profesional en el que se desenvuelve Gory es la publicidad.
Dirige comerciales que se trabajan sobre todo en Santa Cruz, si bien él
radica en La Paz. Y tiene películas en mente.
Muralla (2018), película dirigida por Patiño con Fernando Arze como actor principal. |
Especialista en dirección de guión,
un proyecto suyo ha logrado el financiamiento de Ibermedia para el
desarrollo de una película que tendrá las actuaciones de Cristian
Mercado y Juan Carlos Aduviri, entre otros. En tales circunstancias y
porque una cosa lleva a otra ha tenido que gestarse Arte, la obra que
unirá los talentos de Gory, Cristian y Luigi Antezana, todos bajo la
dirección de Fernando Arze, otro joven que estuvo formándose en EEUU y
que, por ejemplo, actuó en la película La cacería del nazi (Laurent
Jaoui).
Y se podría seguir enumerando los nudos de
las redes que se han ido tejiendo y que unen a mucha gente de una
generación —de la que es parte Patiño—, que se ha tomado en serio la
profesión.
Una de las impresiones que tuvo Gory durante
el Fitaz es la de una presencia de actores y grupos de estilos muy
diversos. Y, como no sucedía cuando él empezaba, “hay temporadas largas,
una programación anual y público, sobre todo joven”.
Todo ello no hace sino motivar al artista que se dice: “Tengo que seguir aprendiendo”.
Los Ángeles, donde vivió y trabajó más de una década, “es una ciudad
ingrata con el teatro”. Por eso fue dejándolo. “Sin embargo, creo que es
una tontería plantear distancias entre la actuación del cine y la
teatral. Hay gestos más sutiles en un caso, hay que dosificar la voz;
pero en esencia es lo mismo”. Para probar sus palabras, está el
ejercicio propio: “pese a todo, el teatro es algo de lo que no me había
olvidado”.
La prueba de fuego se aproxima.
Shakespeare de Charcas se estrenará el 4 de octubre en el coliseo del
colegio Franco Boliviano. El nerviosismo, inevitable, salió a relucir en
el ensayo con público realizado hace una semana. Pero el diálogo con
actores de la talla de Pedro Grossman parecer ser ya esa escuela que
está buscando Gory Patiño, quien se percibe en medio de una relación —la
de Jiménez y Grossman— que compara “con la de Scorsese y De Niro”.
Cristian Mercado es el amigo con quien más afinidades personales y de
actuación dice sentir el actor y cineasta. Con Luigi Antezana la
relación es, en tal sentido, más nueva, pues data de fines de los 90,
cuando ambos actuaban bajo las órdenes de Cordero. El tiempo de
conocerse ¿determina el grado de amistad?
No es un
tema que preocupe a los implicados en la vida real, claro, pero podría
servir de plataforma para darle sentido a los personajes de Arte, según
lo siente Gory Patiño.
En la pieza —que ha sido
puesta en escena de Francia a México, de Estados Unidos a Argentina, en
unos 30 países y con actores de la talla y/o fama de Ricardo Darín, Alan
Alda, Alfred Molina o Héctor Bonilla—, el tema que cautiva al actor es
el de los alcances de la amistad.
“¿Quién es más tu
amigo? ¿El que conoces desde la niñez pero que ahora no tiene nada en
común contigo o el nuevo con quien de pronto hallas más afinidades?”, se
pregunta Gory.
El momento de la gran ola
La trama en Arte se desata por un cuadro que uno de los personajes,
Sergio, adquiere a un precio exorbitante. Su viejo amigo Marcos cree que
es un absurdo, pues la obra es una superficie en blanco y no más. Iván,
otro amigo, puede que crea lo mismo, pero no lo va a decir delante de
Sergio...
En fin. Ya llegará la hora de hablar de
esta puesta que dará continuidad a las ansias de representar de Gory.
Porque dirigir, “no, por ahora prefiero ponerme en manos de otros
directores; yo me manejo mejor detrás de una cámara”.
Lo más cercano, en todo caso, es Shakespeare de Charcas, obra en la que
comparte con Teresa Dal Pero, Kike Gorena, Patricia García, Paola Oña,
Mauricio Toledo, entre otros. De paso, se alegra de que el festival
intercolegial “que nos catapultó a muchos” esté recobrando fuerza, “pues
si empiezas a los 16, estarás haciendo teatro hasta los 80”.
“Hay tanto de donde escoger, en cuanto a actores hoy en día, que da
gusto. También para cine y publicidad —si las agencias contratan a más
profesionales nacionales y si los clientes aceptan ideas creativas”. Lo
que tiene claro el profesional es que “la ola es enorme, sólo queda que
nos subamos para surfear”.
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