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"Veo una ciudad bañada por un rojo de origen, de sangre... en fin", dijo La Placa de su propio cuadro y como si él no lo hubiese pintado. Foto: Nicolás Quinteros. |
A raíz de la exposición Arcano de 2008, Alfredo La Placa reflexiona sobre los misterios de la creación artística y la relación del espectador, incluido el propio pintor, con las obras. La Placa, potosino nacido el 3 de mayo de 1929, falleció el 30 de diciembre de 2016.
Mabel Franco Ortega, periodista
Uno mismo es el primer sorprendido e intrigado, revela Alfredo La Placa mientras observa uno de sus cuadros como si no le perteneciera. "Aquí veo algo así como unas columnas babilónicas... estas parecen piedras de un mundo que se está gestando... aquí veo una figura humana... y aquí rostros, caritas". Su mirada guía la del acompañante que no siempre descubre lo mismo en esa superficie de colores y formas, que no figuras. "Cada quien encontrará lo que se le dicta, lo que le dicta su experiencia, su sensibilidad", dice.
Ese descubrir los secretos, los arcanos que cada ser humano guarda como una herencia de su especie, de tiempos indecibles, es posible gracias a un acto de mediación, sostiene el pintor potosino. Por una parte está el artista que con rigor y oficio expresa esos secretos "venidos quién sabe de dónde" y por otra está el observador que debe -el de hoy en especial- recuperar la facultad de mirar, de detenerse para buscar y encontrar. Esto último no está de más decirlo, enfatiza La Placa, pues parece innegable que la "civilización de la imagen" ha hecho de la gente menos contemplativa. "Hay que ver a quienes entran en una exposición repasar los cuadros de los muros rápidamente e irse". Así "no encontrarán nada, como no lo harán si no escuchan detalladamente a un Mozart o un Beethoven".
La invitación está hecha. Veintidós cuadros de distinto formato, dispuestos en tres espacios, esperan entregar algo que viene de remotas eras al visitante acucioso. ¿Qué, por ejemplo? "El arte no se explica con palabras", dice quien ha recibido este año el premio Obra de Vida del 56 Salón municipal de artes plásticas Pedro Domingo Murillo. El galardón Domingo Murillo, que distingue a los creadores nacionales por la constancia combinada con la calidad, ya había premiado en su sección concurso a un joven La Placa en 1960. En ese entonces el jurado aplaudió una obra que se desmarcaba de la tendencia de la pintura indigenista propia de la generación del 52 y proponía un arte no figurativo hecho de colores, arcanos desde ya.
Causalidad
Este año están pasando muchas cosas significativas, afirma La Placa, a quien le hubiese gustado venir al mundo en 1928 y no el 29, para celebrar sus 80 años en el año del centenario de Marina Núñez del Prado, "quizás la más grande artista que ha nacido en Bolivia". Este 2008 se recuerda también que hace 100 años nació el escultor Fausto Aois Vilaseca. Además "de que el gran pueblo chino fue sede de los Juegos Olímpicos, yo expongo ahora y mi hija Yanina hace lo propio en arte espacio CAF". Son coincidencias grandes y pequeñas, "cuya causalidad, que va más allá de la casualidad, apenas intuimos, pero que obedece a algo que nos mantiene unidos como planetas girando en una misma órbita".
El pintor cree en un ser superior que "al crearnos nos insufló de la capacidad para acercarnos a los misterios de la naturaleza, todos somos depositarios de él; pero hemos perdido la capacidad para descubrirlo porque no nos sorprendemos más, como sí hacen los niños, como hacía el hombre primitivo con la lluvia y con el rayo".
El arte, ése que no se improvisa, que no se imposta, "sea un cuadro, sea la música, sean los textiles -- antes erróneamente llamados arte menor--, sean los quipus, invita a descifrar dichos misterios; esto es lo que quiero expresar con Arcano para quien quiera entenderlo así".
Arcano
El centro de exposiciones de Patiño está sutilmente dividido por la voluntad de La Placa en Arcano A (cinco lienzos de gran formato), Arcano R (cinco cuadros medianos sobre cartón prensado) y Arcano C (12 pinturas pequeñas sobre lienzo).
El óleo es el dominio del pintor y el color claro su lenguaje: ha eliminado el blanco de la paleta como no sea para los fondos, para iluminar tal cual hacen los acuarelistas, explica. Las formas que emergen, las figuras que se perfilan a veces, hacen trampa al ojo: parecen tener relieve pero no es cierto.
Que un cuadro resulte así y no de otra manera no es intencional, como cuando se dice "voy a hacerte un retrato", aclara La Placa. Va surgiendo, es el resultado de eso que se llama inspiración, mediación --para seguir las palabras del artista--, y que se plasma en esas imágenes que vienen quién sabe de cuándo quién sabe de dónde.
El acto de enfrentarse al cuadro --La Placa, como ya se ha dicho, lo hace con sus propias creaciones-- es un acto de sensibilidad, "no de gustar o no, sino de encontrar un eco en uno mismo". En ello se juega la cultura que "no es sino haber vivido y mirado, haber escuchado, sentido, haber aprendido en un proceso que toma su tiempo".
La exposición Arcano estará abierta, nunca mejor dicho, hasta el 21 de noviembre.
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Esta nota fue publicada en el suplemento Tendencias del periódico La Razón el domingo 9 de noviembre de 2008.